martes, 5 de agosto de 2008

EL CALENTAMIENTO GLOBAL

La temperatura media de la Tierra se viene calentando desde 1840, coincidiendo con el inicio de la revolución industrial. No obstante, no se puede establecer una relación de causa efecto, ya que la atmósfera no reacciona tan rápidamente. Sólo hay que observar que el verano comienza cuando el sol está más alto sobre el horizonte (durante todo el verano desciende) y ocurre que el sol alcanza su máxima altura en mitad del verano.
Desde 1840 también
ha habido un período más frío (1950-1970), sin llegar a ser tan frío como en los años de la pequeña edad de hielo. Desde entonces el calentamiento ha sido continuo. Pero, ¿cuáles son las causas de este calentamiento? Normalmente se atribuye a la intervención antrópica en el planeta, a su capacidad para transformar el medio, pero no está tan claro como pudiera parecer. En este sentido, ciertos grupos ecologistas han soliviantado el debate con el propósito de atraer las voluntades a sus posturas. En los años 70, durante el período de frío relativo, la teoría más aceptada era la del enfriamiento global que nos llevaría a una nueva glaciación. La idea era que la contaminación obscurecía el brillo del sol y dificultaba la llegada de la radiación. Estaban en boga, entonces, los modelos del invierno nuclear, que surgieron durante la guerra fría.
Durante los años 80 comenzó a estar claro que había comenzado un periodo más caliente, así que el debate se trasladó hacia el calentamiento global que nos llevaría, en breve a un planeta invivible en el que hervirían los océanos. El gusto por el catastrofismo parece infinito. Hoy no se exagera tanto.
Para explicar el calentamiento global se comenzó a echar la culpa a diversos fenómenos: la deforestación, la contaminación de la atmósfera, el agujero de la capa de ozono, a El Niño, etc. Lo peor es que cada uno de esos fenómenos eran «capaces» por sí solos de producir el cambio del clima global y de una manera inmediata. Evidentemente, esto también es una exageración. Todos ellos contribuyen, en alguna medida, al calentamiento global actual (indudable), pero aún hay que determinar en qué medida y cuál es la inercia de la atmósfera para mostrar su influencia, y la capacidad del planeta para contrarrestar esos fenómenos. Puede ser que el calentamiento actual no se deba a ninguno de esos fenómenos y que la influencia de estos aún esté por mostrarse.
El problema es que desconocemos el por qué de este calentamiento, ni en qué medida la acción del hombre contribuye a ello. Además, hasta el momento, no ha habido una redistribución de los climas zonales, sino que los climas han tenido ciclos más cálidos y más secos, o más húmedos, según los casos; pero siempre dentro de los umbrales máximos y mínimos de cada clima. Por lo que sabemos el calentamiento global no implica un cambio climático. No es probable que en un plazo breve, varias décadas, el clima de la Tierra cambie tanto como para que haya una redistribución de los climas. En
épocas históricas ya ha habido períodos más cálidos y más fríos sin que esto ocurra. Además, de la misma manera que no sabemos por qué se está calentando el clima, tampoco sabemos si volverá a enfriarse. Y es que el clima de la Tierra cambia naturalmente.
Tampoco podemos dejar la explicación a fenómenos exclusivamente naturales. El principal fenómeno natural que influiría en los cambios climáticos en plazos tan cortos de tiempo es la variación del brillo del sol y el aumento y reducción de las
manchas solares.
Debido a lo enconado, y en ocasiones intransigente, de este debate diré ahora que pese a lo dicho no estoy afirmando que se pueda seguir contaminando impunemente, todo lo contrario, la reducción de la contaminación es una un imperativo al margen de lo que suceda con el clima. Si no sabemos a qué se debe este aumento de las temperaturas es porque el clima de la Tierra es un sistema caótico y sus características no dependen de unos pocos fenómenos, que además no sabemos cómo se compensan con otros, o si se compensan siquiera. También debo aclarar que cuando digo calentamiento global me refiero a un período de la historia del clima que es más cálido que el anterior, sin prejuzgar sus causas y asumir que es irreversible.
El calentamiento actual parece indudable, ya que se pueden ver sus efectos: el avance del desierto, las sequías recurrentes, la irregularidad de los monzones, el aumento de los meteoros catastróficos, el retroceso de los glaciares, el deshielo de los inlandsis, el aumento eustático del nivel del mar, etc. En el año 2000 el polo Norte se cuarteó y apareció un gran lago. Sin embargo esta afirmación se basa en datos indirectos. También ha habido progresión de ciertos glaciares, y las mediciones de las estaciones meteorológicas diseminadas por todo el mundo no ratifican el calentamiento de manera definitiva.
Si el clima de la Tierra se está calentando, y
a falta de explicaciones astronómicas, la causa de todo ello parece ser la inflación de los gases de efecto invernadero. Pero, ¿porqué aumentan?
La inflación del dióxido de carbono
En 1958 Keeling colocó en primer medidor de CO2 atmosférico en Mauna Loa (Hawai), lejos de las grandes aglomeraciones industriales que contaminan la atmósfera inmediata, debido a la combustión de hidrocarburos y carbones. El CO2, al contrario que el vapor de agua, es un gas que tiende a distribuirse homogéneamente por la atmósfera. En esta estación se ha comprobado que los niveles de CO2 en la atmósfera han aumentado desde las 315 partes por millón en 1958 a 362 en 1993. En los
hielos antárticos se ha comprobado que hacia 1850 era de 280 partes por millón, y que durante la última glaciación eran de 170 partes por millón. También se ha comprobado que la temperatura media de la Tierra tiene ciclos muy similares.
¿Podemos atribuir el incremento del CO2 a la actividad industrial? Parece que la actividad industrial sería responsable del 55% del incremento actual. El resto serían causas naturales. Las causas naturales de la presencia de CO2 en la atmósfera son: la actividad volcánica, la disolución de las calizas, la descomposición de los seres vivos y su respiración.
Sin CO2 no sería posible la fotosíntesis, ni, por lo tanto, la vida como la conocemos. El aumento natural de los porcentajes de CO2 se debe a un aumento de la actividad volcánica, un aumento de la disolución de las calizas debido al ascenso del mar que invade con su agua corrosiva regiones calizas y la reducción de la masa vegetal y los microorganismos marinos que
fijan el carbono para producir oxígeno y realizar la fotosíntesis.
La inflación del metano
El metano (CH4) es un gas invernadero muy potente, 58 veces mayor que el CO2. Su presencia en la atmósfera se debe a la descomposición de las materias orgánicas en un medio anaerobio. Sus fuentes naturales masivas son los
manglares y los pantanos. También los gases de los animales de la ganadería, y las grandes extensiones de arrozales, contienen grandes cantidades de metano, aunque su contribución al aumento de metano en la atmósfera es marginal.
El metano se retira de la atmósfera porque queda atrapado y congelado en el suelo
permafrost o en el suelo oceánico bajo grandes presiones. Este metano congelado es una fuente de energía muy potente, y puede explotarse como recurso. No obstante, el calentamiento de la atmósfera derrite el hielo, esto, junto con la subida del nivel eustático del mar, libera grandes cantidades de metano a la atmósfera. El porcentaje de metano en la atmósfera ha aumentado en los dos últimos siglos de 0,8 a 1,7 partes por millón.
La inflación de los clorofluorocarburos
Los clorofluorocarburos (CFC) no son productos naturales, sino fruto de la química industrial. Son gases inertes que no reaccionan con los tejidos animales ni vegetales, por eso se han empleado masivamente en la producción de frío artificial, la propulsión de aerosoles y las espumas plásticas de la construcción. Desgraciadamente, al no ser naturales, su degradación es muy difícil, por lo que su presencia en la atmósfera se prolonga durante muchos años. Se degradan combinándose con el ozono, en la
estratosfera, en condiciones de frío y luminosidad. Desgraciadamente esa reacción química también implica la destrucción del ozono. ¿Son los responsables de buena parte del agujero de la capa de ozono? No está claro que sean los únicos, ni siquiera que sean los principales. La duda planea porque el agujero de la capa de ozono tiene variación anuales demasiado grandes, que no se justifican por una reducción de los CFC. Las medidas tomadas en los años 90 han sido muy escasas y su influencia en la atmósfera, debido a la larga vida de los CFC, aún no se debe notar. Los últimos estudios parecen apuntar a que el agujero de la capa de ozono es natural.
El poder invernadero de los CFC es fortísimo, varios miles de veces más que el CO2. Sin embargo su concentración es de unas diez milésimas de partes por millón por o que su contribución al efecto invernadero no está clara.
La inflación de los gases «antiinvernadero»
La combustión de hidrocarburos y carbones produce ozono en superficie; y los abonos nitrogenados emiten dióxido de nitrógeno (NO2). Estos gases, que también son invernadero, se combinan rápidamente con el dióxido de azufre (SO2), también procedente de la combustión, y forman ácido sulfúrico (
lluvia ácida). Las nubes con grandes cantidades de SO2 tienen gran capacidad reflectante, con lo que enfrían las capas bajas de la atmósfera.
Resumiendo: el incremento de los gases invernadero no ha sido mayor que en otras épocas históricas, y el planeta ha tenido recursos suficientes para contrarrestarlos. Aun suponiendo que todo el aumento del efecto invernadero sea culpa de la contaminación humana, nada hace suponer que no vuelva a ser así. En el largo lapso de la historia del planeta nuestra civilización es una recién llegada; y, seguramente, un episodio intrascendente. La vida en la Tierra no corre peligro por la intervención humana. Todo lo más corre peligro nuestro modo de vida, que bastante es.
El vapor de agua
De todos los gases de efecto invernadero naturales el vapor de agua es el más poderoso. En realidad es del vapor de agua del que depende naturalmente el
efecto invernadero. Pero el agua en la atmósfera se presenta de dos formas, que dependen de la humedad relativa, en vapor de agua, incoloro, y en forma de pequeñas gotas de agua en suspensión: nubes.
Hasta el momento la inyección de vapor de agua por parte de la actividad humana no ha sido relevante. Podría ser muy importante, sólo tienen que imaginarse qué pasaría si los coches privados en lugar de emitir CO2 emitiesen vapor de agua; las ciudades serían mucho más húmedas y durante buena parte del año la niebla sería permanente.
El efecto de las nubes tiene un doble sentido. Las nubes actúan como una «manta» impidiendo que el calor acumulado en la superficie se escape (por eso las noches de invierno nubladas son mucho más cálidas que las que están despejadas), pero también reducen el brillo del sol, impidiendo que se caliente la superficie y enfriando la atmósfera baja. En esta situación se establece una
inversión térmica en altura. La parte alta de las nubes son potentes reflectantes de la radiación solar.
En las nubes bajas, muy densas, la capacidad de reflejar radiación es mayor que su efecto invernadero, por lo que, a la larga, la atmósfera se enfría. Un aumento masivo de nubes en la atmósfera baja puede ser
una de las causas de las grandes glaciaciones. Por el contrario, las nubes altas, cirros e iridiscentes, son poco densas y permiten que la radiación solar alcance la superficie de la Tierra. Sin embargo también tiene un notable poder invernadero, aunque más débil que el de las nubes bajas. El balance de las nubes altas es positivo, porque su efecto invernadero es mayor que su poder reflectante, contribuyendo a calentar la atmósfera. Esta puede ser una de las causas de los interglaciales.

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