lunes, 18 de agosto de 2008

GUERRA DEL GOLFO PERSICO

Al conflicto general de Oriente Medio, y a la situación crítica existente a mediados de 1990, se añadió desde los primeros días de agosto de ese año la nueva crisis surgida por las rivalidades planteadas entre Irak y Kuwait que desembocaron en la invasión iraquí del Emirato, y que por su gravedad e implicaciones se sobrepusieron a todas las otras que registraba esta región, dos de cuyos conflictos parecían últimamente acallados: así, el final de la guerra civil de Líbano con la consiguiente pacificación del país que incluía el control de los combatientes palestinos, y la práctica bajada de tono de la "Intifada" palestina que parecía haber entrado en una fase de debilitamiento natural, lejos de la tensión inicial, aunque quedaran residuos con enfrentamientos esporádicos en los territorios ocupados por Israel.


El conflicto entre Irak y Kuwait alteró profundamente la situación pre-existente en la región, convulsionó a todo el mundo árabe-islámico, así como tuvo serias repercusiones internacionales de alcance mundial, primero con el esfuerzo bélico y la Guerra del Golfo, y después con el largo y difícil proceso de negociación global de la paz en Oriente Medio auspiciado por Estados Unidos en el marco de Naciones Unidas. La guerra entre Irak y Estados Unidos fue la mayor crisis regional desde el fin de la Primera Guerra Mundial. No sólo afectó a las más remotas zonas del mundo árabe, sino también, y en un grado nunca visto, a los tres Estados no árabes de Oriente Medio: Irán, Turquía e Israel.

-La acción de Irak-
En los últimos días de julio de 1990, Irak se encontraba en una grave situación económica: su deuda estimada el día 25 alcanzaba la enorme cifra de 80.000 millones de dólares contraida durante la larga guerra con Irán, incluidos los países del Golfo y entre ellos el propio Kuwait. Además, ante la prevista reunión de la O.P.E.P. (Organización de Países Exportadores de Petróleo) a celebrar en Ginebra el día 26 de julio las diferencias entre Bagdad y Kuwait se acentuaron ya que este Emirato había decidido rebajar el precio del barril de petróleo a 14 dólares, mientras que Irak pretendía subirlo de 18 a 25 dólares. Asimismo Irak reclamaba a Kuwait el pago de 2.400 millones de dólares en compensación por el petróleo que, según Bagdad, el Emirato le había sustraído de su territorio en la zona de Rumaila durante la guerra con Irán.
A estos problemas de deuda y petrolíferos se unieron las viejas rivalidades fronterizas que radicalizaron las diferencias existentes entre ambos países: Irak volvió a reivindicar la soberanía sobre las islas de Warbad y Bubiyán situadas en el Golfo Pérsico frente a la costa kuwatí y aptas para instalar puertos. Para presionar sobre Kuwait, Irak envió el día 25 de julio tropas fuertemente armadas a su frontera con el Emirato.
De esta forma, al plantear el presidente
Sadam Hussein este conjunto de reclamaciones ante Kuwait, se creó una situación de fuerte tensión en Oriente Medio en los días finales de julio de 1990. Rápidamente el presidente egipcio Hosni Mubarak desplegó una tarea de mediación y consiguió que el día 31 tras varios aplazamientos, se entablaran negociaciones entre Irak y Kuwait en una reunión celebrada en Yedda (Arabia Saudí) para tratar sobre sus diferencias; pero el día 1 de agosto se suspendieron las conversaciones sin haber llegado a ningún acuerdo.
En este conflictivo marco, la crisis entre Irak y Kuwait estalló en la noche entre el 1 y el 2 de agosto cuando un poderoso ejército iraquí integrado por 100.000 hombres fuertemente armados invadió en un ataque relámpago el Emirato que ocupó en tres horas sin encontrar apenas resistencia, huyendo el emir y su gobierno, refugiándose en Arabia Saudí.
Rápidamente Bagdad fue adoptando sucesivas medidas con el fin de anexionarse el país conquistado: el mismo día 2 decretó la abolición de la monarquía del emir y formó un gobierno provisional en Kuwait; el día 8 decidió la anexión total e irreversible del país ocupado; el día 10 S. Hussein hizo un llamamiento a la "guerra santa" contra Estados Unidos y en favor de la recuperación de los lugares sagrados del Islam, Medina y La Meca, en poder de Arabia Saudí; el día 12 propuso una paz global para Oriente Medio que incluía, además, la solución de los conflictos entre Palestina e Israel, con la evacuación por parte de este Estado de los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania, y de Líbano, así como la retirada de las tropas de Estados Unidos de la región; el día 18 tomó como rehenes a la mayoría de los occidentales residentes en Kuwait e Irak; el día 24 ordenó el cierre de las embajadas en Kuwait cuyo personal debía trasladarse a Bagdad; y el día 28 de agosto, en fin, transformó a Kuwait en provincia iraquí, incorporándolo totalmente a Irak.
El gobierno de Bagdad continuó adoptando medidas análogas a lo largo de los meses sucesivos: así el 5 de septiembre S. Hussein hizo un nuevo llamamiento a la "guerra santa" contra Estados Unidos y al derrocamiento de la monarquía "corrupta" de Arabia Saudí; mientras que el 6 de diciembre decidió la liberación de todos los rehenes extranjeros hasta entonces retenidos en Irak.
Por último, el 9 de enero de 1991 se reunió en Bagdad la Conferencia Popular Islámica con asistencia de representantes de 43 países para "diseñar un plan de acción frente a la agresión norteamericana-israelí contra las naciones musulmanas y árabes".
Las razones que movieron a S. Hussein a realizar esta acción invasora pueden clasificarse en dos categorías:
1ª) La razón histórica: a pesar de la proclamación de la independencia de Kuwait en 1961 y la consiguiente delimitación de fronteras, como ya se ha visto, y aunque Bagdad reconoció en varias ocasiones que Kuwait era un Estado soberano, miembro de la
Liga Árabe, en diversos momentos había reivindicado la incorporación del territorio kuwatí alegando que formaba parte de la provincia iraquí de Basora bajo la soberanía del Imperio Otomano hasta la Primera Guerra Mundial en 1914-1918, y habiendo sido separado artificialmente por Gran Bretaña que lo acogió bajo su protección.
2ª) Las razones actuales: las motivaciones que impulsaron a S. Hussein a llevar a cabo esta acción se pueden clasificar en tres grupos: por un lado, de interés económico ante la deuda y el petróleo; por otro, de carácter estratégico, ante la posibilidad de adquirir nuevos y anhelados territorios en ese preciso momento, y por último, por aspiraciones políticas al pretender detentar el liderazgo del mundo árabe; todo ello sustentado en disponer de una gran capacidad y eficacia militar y un enorme potencial de armamento, conseguido precisamente gracias a la ayuda suministrada en este aspecto por sus entonces aliados occidentales para hacer frente a la guerra contra Irán.
El conflicto derivó en una "guerra santa" contra Occidente y sus aliados oligárquicos en la región. Los argumentos esgrimidos por el presidente iraquí en favor de esta "guerra santa" tuvieron un doble carácter:
- El del Panarabismo para conseguir la pretendida unidad árabe.
- El del anti-occidentalismo para lograr la auténtica liberación de la dependencia occidental.
- El de la revolución de los pueblos contra las oligarquías árabes aliadas con los occidentales, y liberar así las ciudades santas de La Meca y Medina.

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